Daylycityyouth Material necesario: Según el tipo de observación se podrán utilizar diferentes instrumentos. En la observación de laboratorio se pueden utilizar monitores de rastreo ocular, pupilómetros, grabadoras de audio, vídeo, etc. El lápiz y el cuaderno 📓 de notas 📝 son el común denominador de toda observación. Daylycityyouth.org https://www.dalycityyouth.org Metamorfosis Ovidio Una buena referencia... https://espanol.yahoo.com/finanzas/noticias/10-comportamientos-gente-inteligente-143500915.html Metamorfosis Ovidio Una buena referencia... maleclinic.com Por mí lo que será, y ha sido,
y es se manifiesta; por mí concuerdan las canciones con los nervios.
Aquél sobre los sembrados o las cúpulas de una sumergida villa-navega, éste un pez sorprende en lo alto de un olmo; se clava en un verde prado, si la suerte lo deja, el ancla, o, a ellas sometidos, curvas quillas trillan viñedos,
y por donde hace poco, gráciles, grama arrancaban las cabritas, ahora allí deformes ponen sus cuerpos las focas. Los hechos a la diosa refiero, a cambio de lo cual a mí gracia tal
se me devuelve, que se me dice de la guardia expulsada de Minerva, Mas, pienso, no voluntariamente ni que algo tal pedía a mí acudió. Un temblor me invadió: de pie estaba, sin sangre, afligido, viéndole mojado y arrojando de su boca sus cruentos festines y bocados con vino aglomerados vomitando: tales imaginaba que a mí, desgraciado, se preparaban los hados, y durante muchos días agazapado y estremeciéndome ante todo crujido y la muerte temiendo y deseoso de morir, con bellota combatiendo el hambre y, mezclada con frondas, con hierba, solo, pobre, desahuciado, a la muerte y a esa condena abandonado, ésta desde lejos contemplé después de largo tiempo, esta nave, y les supliqué mi huida con gestos y al litoral corrí y los conmoví: a un griego un barco troyano lo acogió. Apolo y Coronis (II) romano: A quién tal decía: “Para tu mal”, dice el cuervo, “las disuasiones estas sean, suplico yo: nos el vano agüero despreciamos”, y no suelta emprendido el camino y a su dueño, que yaciendo ella con un joven hemonio había visto, a Coronis, narra. The ygriega se me pone por detrás del ave de la noche. Mi castigo a las aves 🐦 advertir puede de que con su voz peligros no busquen. El cual, una vez que sacado fue, parte fue del pulmón en sus arpones extraída y con su aliento su crúor se difundió a las auras. ¡Destrozad mi cuerpo y mis malditas entrañas devorad con fiero mordisco, oh, cuantos leones habitáis bajo esta peña! ¿por qué no aguijonearle y que vaya
por los consanguíneos ejemplos con sus propios furores Ino? ¿Qué furor, unos oídos dioses”, dijo, “anteponer
a los vistos, o por qué se honra a Latona por las aras, cuando el numen todavía mío sin incienso está? Para qué referir cuántas veces las tentaciones nuestras su púdiciendo carácter rechazara, cuántas veces: “Yo”, había dicho, “para uno solo; y me reservo. Donde quiera que esté, para uno solo mis goces reservo.” Cuando la vi me quedé suspendido y casi abandoné las premeditadas tentaciones a su fidelidad. Mal, para no confesarle la verdad,
me contuve, mal para –como oportuno era– besos no ofrecerle. No así a los dioses les pareció, o ahora también quizás yo lo sería. El segundo mes pasaba, después de los sacrificios conyugales, cuando a mí, que a los cornados ciervos tendía redes, desde el vértice supremo del siempre floreciente Himeto, ocre por la mañana, me ve la Aurora, El Anochecer y los litorales que con el caduco sol se templan,
próximos están al Céfiro; Escitia y los Siete Triones horrendo los invadió el Bóreas...ahuyentadas las tinieblas, y contra mi voluntad me rapta. Lícito me sea la verdad referir, con la venia de la diosa: aunque sea por su cara de rosa 🌸Un temblor me invadió: de pie estaba, sin sangre, afligido,
viéndole mojado y arrojando de su boca sus cruentos
festines y bocados con vino aglomerados vomitando:
tales imaginaba que a mí, desgraciado, se preparaban los hados, y durante muchos días agazapado y estremeciéndome ante todo crujido y la muerte temiendo y deseoso de morir,
con bellota combatiendo el hambre y, mezclada con frondas, con hierba, solo, pobre, desahuciado, a la muerte y a esa condena abandonado, ésta desde lejos contemplé después de largo tiempo, esta nave, y les supliqué mi huida con gestos y al litoral corrí y los conmoví: a un griego un barco troyano lo acogió.
Del pie una parte grande invade los dedos, y sus labios
en cuerno endurecidos se hacen rígidos y su límite en punta ponen. 🌅digna de admirar, aunque tenga los de la luz, tenga los confines de la noche, aunque de nectáreas aguas se alimente, yo a Procris amaba.
En mi pecho Procris estaba, Procris siempre en mi boca.
De los sacramentos del diván y de las uniones nuevas y tálamos recientes y primeros pactos le contaba de mi abandonado lecho. Conmovióse la diosa y: “Detén, ingrato, tus lamentos.
A Procris ten”, dijo, “que si la mía providentemente es, no haberla tenido querrás.” Y a mí a ella, llena de ira, me remitió. Mientras vuelvo y conmigo las advertencias de la diosa repaso, va existir el miedo empezó de que las leyes conyugales mi esposa no bien hubiera guardado. Su hermosura y su edad me ordenaban creer en su adulterio. Me prohibían creerlo sus costumbres. Pero, aun así yo había estado ausente, pero también ésta era, de donde volvía, de ese crimen ejemplo, pero todo tememos los enamorados. Indagar por lo que me duela decido, y con regalos su púdica fidelidad inquietar. Alienta este temor la Aurora y transmuta –me parece haberlo sentido– mi figura. A la Paladia Atenas llego no reconocible y entro en mi casa: de culpa la casa misma carecía y castas señales daba y por su dueño raptado estaba angustiada: apenas acceso, por mil engaños, a la Eréctide fue logrado. Cuando la vi me quedé suspendido y casi abandoné las premeditadas tentaciones a su fidelidad. Mal, para no confesarle la verdad, me contuve, mal para –como oportuno era– besos no ofrecerle. Triste estaba, pero ninguna aun así más hermosa que ella triste haber puede, y por la nostalgia se dolía de su esposo arrebatado. Tú colige cuál en ella, Foco, la gracia sería, a quien así el dolor mismo la agraciaba. Para qué referir cuántas veces las tentaciones nuestras su púdico carácter rechazara, cuántas veces: “Yo”, había dicho, “para uno solo, me reservo. Donde quiera que esté, para uno solo mis goces reservo.” Conmovida, aun así: “Veamos”, dice, “el desgraciado funeral”, y, de anchas ventanas, va al piso alto y no bien, impuesto sobre el lecho, contempló a Ifis, rígidos quedaron sus ojos y cálida fuera de su cuerpo su sangre, sobrevenida a ella una palidez, huye, y al intentar hacia atrás llevar sus pies, prendida estaba, y al intentar volver su rostro, esto también no pudo, y poco a poco invade sus miembros, la cual había estado ya hacía tiempo en su duro pecho, una roca. ¿Para quién en su sano juicio bastante esta comprobación de su fidelidad grande no sería? No me quedé contento y contra mis propias heridas!... 64.98 No bien Peleo había invadido sus virginales miembros,
ella renueva sus figuras hasta que su cuerpo sintió que era retenido y que hacia partes opuestas sus brazos se tendían. Entonces finalmente gimió hondo y: “No”, dice, “sin una divinidad vences”, y exhibida quedó Tetis: a la rendida se abraza el héroe y se apodera de sus deseos y la llena, ingente, de Aquiles. Una parte, así pues, intentaba todavía invadir el pino; parte del mar dentro estaba. Tiemblan no menos todos de lo que suele una ciudad temblar cuando unos su muro horadan por fuera, y cuando otros la ocupan por dentro.
65.48Metamorfosis Ovidio 🚴‍♀️🚴🚵🏻‍♀️🚵 Antojos del corazón ❤️ 
🚶🏻‍♀️🚶🏻🏃🏽‍♀️🏃🏻 854.48Después los nacidos de Cures a la manera de los tácitos lobos, en su boca reprimen sus voces y unos cuerpos vencidos del sopor invaden y a las puertas van que con tranca firme había cerrado el Iliada: una aun así la propia Saturnia abre, y estrépito al girar el gozne no hizo. A mí un lívido horror me invade contemplando su rostro todavía de la matanza mojado, A mí un lívido horror me invade, contemplando su rostro todavía de la matanza mojado, y sus cruentas manos, y vacío el orbe de su luz, y sus miembros y cuajada de sangre humana su barba. Conmovida, aun así: “Veamos”, dice, “el desgraciado funeral”, y, de anchas ventanas, va al piso alto y no bien, impuesto sobre el lecho, contempló a Ifis, rígidos quedaron sus ojos y cálida fuera de su cuerpo su sangre, sobrevenida a ella una palidez, huye, y al intentar
hacia atrás llevar sus pies, prendida estaba, y al intentar volver su rostro, esto también no pudo, y poco a poco invade sus miembros, la cual había estado ya hacía tiempo en su duro pecho, una roca.
 


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