Esta fórmula que puede parecer abstracta y oscura enuncia la primera condición de una lectura adecuada del análisis de la relación entre las posiciones sociales (concepto relacional), las disposiciones (o los habitus) y las toma de posición, las “elecciones” operadas en los dominios más diferente de la práctica, en cocina o en deportes, en música o en política, etc., por los agentes sociales. Esta fórmula recuerda que no es posible la comparación sino de sistema a sistema y que la investigación de los equivalentes directos entre rasgos tomados aislados, que sean a primera vista diferentes pero “funcionalmente” o técnicamente equivalentes (como el Pernod y el shôchû o el saké) o nominalmente idénticos (la práctica del golf en Francia y en Japón por ejemplo) puede conducir a identificar de modo indudable propiedades estructuralmente diferentes o a distinguir equivocándose, propiedades estructuralmente idénticas. Él título mismo de la obra está allí para recordar que eso que llamamos comúnmente distinción, es decir una cierta cualidad, la más frecuentemente considerada como innata (se había de “distinción natural”) de porte y de maneras, no es de hecho sino diferencia, separación, rasgo distintivo, en fin, propiedad relacional que no existe sino en y por la relación con otras propiedades. Esta idea de diferencia, de separación, está en la base de la noción misma de especie, conjunto de posiciones distintas y coexistentes, exteriores las unas de las otras, definidas las unas en relación con las otras, por relaciones de proximidad, de vecindad, o de alejamiento y también por relaciones de orden como debajo, encima y entre; numerosas propiedades de los miembros de las clases medias o de la pequeña burguesía pueden por ejemplo deducirse del hecho de que ocupen una posición intermedia entre las dos posiciones extremas, sin ser identificables objetivamente ni identificadas subjetivamente en una ni en otra. El espacio social es construido de tal modo que los agentes o los grupos son distribuidos en él en función de su posición en las distribuciones estadísticas según los dos principios de diferenciación que, en las sociedades másavanzadas, como Estados Unidos, Japón o Francia, son sin ninguna duda los más eficientes: el capital económico y el capital cultural. De ahí se sigue que los agentes se encuentran allí empleados de tal manera que tienen tanto más en común en estas dos dimensiones cuanto más próximos estén, y tanto menos cuanto más separados. Las distancias espaciales sobre el papel equivalen a las distancias sociales. Más precisamente, como lo expresa el diagrama de La distinción en el que traté de representar el espacio social (o en el diagrama simplificado de la pagina siguiente), los agentes son distribuidos, en la primera dimensión según el volumen global de capital que ellos poseen en sus diferentes especies, y en la segunda dimensión según la estructura de su capital, es decir, según el peso relativo a los diferentes tipos de capital (económico, cultural) en el volumen total de su capital. Así, para hacerme comprender, en la primera dimensión, sin duda alguna la más importante, los detectores de un fuerte volumen de capital global, como los patrones, los miembros de profesiones liberales y los profesores de universidad, se oponen globalmente a los más desprovistos de capital económico y de capital cultural, como los obreros sin calificación; pero, desde otro punto de vista, es decir, desde el punto de vista del peso relativo del capital económico y del capital cultural en su patrimonio, ellos se oponen también muy fuertemente entre sí, tanto en Japón como en Francia —habrá que verificar. CAPITAL CULTURAL, ESCUELA Y ESPACIO SOCIAL Por : PIERRE BOURDIEU

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